sábado, 8 de agosto de 2009

viernes, 31 de julio de 2009

Otro país

San Luis, la provincia de los Rodríguez Sáa, se autopromociona como “otro país”. Dicen que es un país con autopistas por todas partes y wifi donde quiera que uno esté. La tecnología, el lenguaje del futuro, llega a todos sus habitantes de manera gratuita.

La gente es amable y feliz en San Luis, porque tiene lo necesario para vivir como se merece. Con el wifi, del que su gobernador habló en un programa de radio durante diez minutos, se puede tener el mundo en las manos.

En ese país, no se habla de ciertos problemas: la pobreza, la corrupción, el desempleo y otras miserias no forman parte de los discursos de quienes manejan una provincia provechosa.

Habría que recordarles a las autoridades, de patillas invisibles, que el pueblo necesita algo más que un servicio de Internet. Las prioridades deberían ser la inexistencia de miserias y desigualdades, la justicia y la educación al alcance de cada individuo que viva en San Luis.

De todos modos, el gran logro de Sáa parece ser la instalación de la red de redes sin cable. Su faraónica hazaña, que muestra que lo enorgullece, parece desmoronarse cuando los habitantes de ese “otro país” que gobierna, denuncian que el wifi (entre otras cosas) tampoco les llega. La razón: el intendente responsable no comulga con el Alberto.

jueves, 30 de julio de 2009

La cuna de la desigualdad

El fotógrafo Sebastiao Salgado y el poeta Cristovam Buarque, ambos brasileros, son los creadores del libro La cuna de la desigualdad. Se trata de una selección de fotografías y frases que reflejan el hambre y las vergonzosas condiciones de la educación en los países periféricos.

La cercana fecha de celebración del Día del Niño no debe desplazar la horrorosa realidad en las que viven millones de seres humanos. Asimismo debemos contemplar los heroicos esfuerzos de quienes enseñan a alumnos cuyos bancos son cajones de frutas, sus asientos la tierra, y su futuro una oscuridad inconcebible.

El trabajo en cuestión fue editado hace algunos años por la UNESCO para concientizar y, de alguna manera, ayudar a revertir este crimen.

“¿Cuántos genios se pierde la Humanidad por falta de educación?”, pregunta Buarque. Y qué cierto es, lamentablemente, que la codicia, el egoísmo y la crueldad de algunos tenga consecuencias tan desgarradoras.

Las impactantes imágenes de Salgado, que componen el fotoperiodismo en una expresión elevadísima, son marcas con las que no se podrá convivir jamás. Las miradas de los niños de rostros sucios y pelos enmarañados nos recuerdan la miseria, creada por nosotros mismos.

El inaceptable mundo que el libro muestra sólo puede ser contrarrestado con el compromiso de actuar al respecto. Porque “la cuna de la desigualdad reside en la desigualdad de la cuna”. Y ninguna excusa puede tolerarse al respecto.

El camino de los hombres

Los mensajes con los que uno se encuentra en el devenir diario, provengan de la calle o de medios de comunicación, suelen carecer del sentido de la Humanidad. En los últimos tiempos, ante la verborragia de una señora platinada que vive en una burbuja de millones, o los comentarios de quienes no disienten en ello, uno se pregunta: ¿hacia dónde va el hombre cuando piensa así? O, en realidad, ¿hacia dónde va el hombre cuando siente así?

Los pensadores que se manifiestan con frecuencia son escasos. Pocos de ellos conocen la coherencia y la solidaridad. Y muchos menos se comprometen con temas que suceden a miles de kilómetros de su hogar.

Desde Septiembre de 2008, José Saramago comenzó a volcar sus inquietudes en un blog personal. El conjunto de esos textos, que crece todas las semanas, fue publicado por editorial Alfaguara bajo el título El Cuaderno.

Se trata de reflexiones, descubrimientos y recuerdos del Premio Nobel sobre los acontecimientos que el mundo registra. Vale la pena resaltar que el mundo no termina para el portugués en el viejo continente o en el Imperio; el mundo es el mundo.

Saramago acompañó el surgimiento de Barak Obama en los Estados Unidos, las Vaticanadas (que incluyen ¿Perdón para Darwin?), las visitas a Sudamérica, el conflicto en la franja de Gaza, y el Crimen financiero contra la Humanidad.

El ejemplar abriga comentarios sobre otros escritores, interrogantes que nos competen, utopías y las convicciones necesarias para reconstruir el escenario.

Al margen de su labor literaria, José Saramago demuestra que hay sujetos de espíritu digno, lúcido e inquieto ante los pueblos de la tierra. Leer sus pensamientos es una revelación que comprueba el camino a seguir. El camino de la justicia, de la moral y de la honestidad. El camino de los hombres.

jueves, 9 de julio de 2009

Es demasiado fácil

A propósito de que hace algunos días registramos el aniversario de muerte de Tomás Moro (1478-1535), parece lógico acercar una reflexión que resulta de escuchar hablar.

Hace dos años, en la mañana de la radio, el conductor recibió a un conocido en un corte comercial. El visitante le extendió un sobre con un disco de Paul Potts, al cual calificó como “una utopía”. El cantante, cuyo éxito se produjo tras participar en un reality show inglés, difícilmente pueda representar algo semejante. No se trata de que cante mal o no tenga talento: el punto es que los paradigmas principales de esta sociedad no contemplan personas fuera del modelo estético predominante que canten ópera.

Este encuentro, que presencié a un metro de distancia, sugirió una reflexión acerca del uso de palabras que tienen relación con la literatura. Los porteños (ni siquiera podría decir argentinos porque no me consta) suelen hablar de situaciones kafkianas, dantescas o utópicas, aunque un mínimo grupo conoce las obras de Franz, Alighieri o Moro.

Alguien, cuyo crédito debo, dijo que todos elogian a los clásicos pero nadie los lee. Que efectivamente se sumerjan en las aguas de la sabiduría, es una decisión personal; salvo que la independencia del individuo no sea suficiente como para decidirlo por sí mismo. Pero el hecho de utilizar ciertas expresiones en contextos insólitos, revelan el nulo conocimiento de obras y autores. Incluso no faltaría el índice acusador: “y… típico de burgués”, lo que no dista tanto de la realidad. O por lo menos suena más real que el hombre acusado de burgués al hablar por hablar.

Uno, que busca lleno de esperanzas, pretende llegar a cierta noción de los textos de Kafka, Dante o Moro, a fin de entender que si a una cocinera se le quema el pollo por hablar por teléfono, hay carencia kafkiana. O si, por caso, sufrimos un accidente de auto, no sería (en principio) utópico.

Salvo que venga Virgilio y nos guíe hacia una excursión singular, la realidad suele ser menos majestuosa, menos dantesca, si prefiere. Aunque la mayoría de los interlocutores se desvivan por demostrar la sabiduría que cosecharon durante horas de disfrute frente a preciados ejemplares.

C’est trop facile. De faire semblant[1].


[1] Es demasiado fácil, aparentar (Brel).

martes, 7 de julio de 2009

Cita

"Esta crisis no es la del sistema capitalista, como muchos imaginan: es la crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre".
Ernesto Sabato
La resistencia

lunes, 6 de julio de 2009

I'm gonna live forever *

Cierta vez le preguntaron a Jorge Luis Borges si, durante su adolescencia, deseó ser amado o famoso, a lo que, tras una pausa, respondió: “¡No! No, desde luego ser amado. Ser famoso me parece que es un error. Todo eso pertenece a lo ilusorio de la vida”.

La fama es, en este Siglo XXI cambalache digitalizado, la utopía de la mayoría. Hay un imaginario social (en decadente crisis) que considera a las apariciones televisivas el objetivo final de una carrera, sea artística, política o social. Es curioso que casi no se encuentre gente con inquietudes disímiles a ser perseguido por los fotógrafos, tener clubes de fanáticos, participar de concursos cabareteros o conducir programas pasatistas.

Razones como esas (entre decenas) son las que concentran a masas alrededor de móviles de exteriores. Un instante de fama, pero no la frase sino la realidad, buscan mientras saludan a conocidos detrás del periodista, con ideales similares, que relata un asesinato.

Fuera de la gente común, cuya aspiración es de algunos segundos de aparición cajabobesca, las prostitutas, los comediantuchos, los periodistas que hacen show y las conductoras (desde supuestas divas hasta gritonas de madrugada) esperan no poder caminar por la calle y ser invitadas a los Martín Fierro, cumbre de famosos.

La fama es ilusoria, es un error; Borges no se equivoca en absoluto. La fama toma y deja a los individuos sedientos de su eternidad como uno sostiene la sal para darle sabor a un plato. Durante la elevación que experimentan (más o menos corta de acuerdo a cuán salado coma uno) ven la vida color de rosa, y están en el edén, aunque un tropezón cualquiera da en la vida.


* "Viviré para siempre", de la canción de Fama.

martes, 30 de junio de 2009

La Peste

Albert Camus lo anticipó. Tuvo la capacidad de preverlo y de plasmarlo en 255 páginas. Incluso lo logró sesenta y dos años antes. Un visionario de veras.

“La Peste”, novela publicada en 1947, refleja el surgimiento de la epidemia de peste en la ciudad de Orán, con problemas y muertes de por medio. Es entonces cuando el Dr. Rieux y sus colegas intentan prevenir y curar a los ciudadanos argelinos.

Hoy en día, los medios masivos de comunicación están abocados a difundir el temor que existe ante la gripe que nos acecha. Parece incontrolable, como un fantasma que nadie puede cazar, y repercute en la cotidianeidad de quienes vivimos en el territorio de la provincia de Buenos (o no tan buenos) Aires.

La Peste de Viciados Aires repercutió en el vestuario de los más influenciables por el discurso apocalíptico de cierta prensa: incorporaron el barbijo. También andan lavándose compulsivamente las manos, se alejan de los otros pasajeros en el transporte público, y se saludan sin contacto físico.

Quienes desconfiamos crecientemente de la seriedad corporativa, sonreímos pícaramente frente a la pantalla, el parlante o la hoja. Aunque la alarmante situación promete acabar con todo(s).

Si la “realidad” llega a ser una exageración de los informantes, lamentaremos varias muertes. En caso contrario, queridos compatriotas, Camus sería un adelantado, pero nadie podría reconocérselo.