Albert Camus lo anticipó. Tuvo la capacidad de preverlo y de plasmarlo en 255 páginas. Incluso lo logró sesenta y dos años antes. Un visionario de veras.
“La Peste”, novela publicada en 1947, refleja el surgimiento de la epidemia de peste en la ciudad de Orán, con problemas y muertes de por medio. Es entonces cuando el Dr. Rieux y sus colegas intentan prevenir y curar a los ciudadanos argelinos.
Hoy en día, los medios masivos de comunicación están abocados a difundir el temor que existe ante la gripe que nos acecha. Parece incontrolable, como un fantasma que nadie puede cazar, y repercute en la cotidianeidad de quienes vivimos en el territorio de la provincia de Buenos (o no tan buenos) Aires.
La Peste de Viciados Aires repercutió en el vestuario de los más influenciables por el discurso apocalíptico de cierta prensa: incorporaron el barbijo. También andan lavándose compulsivamente las manos, se alejan de los otros pasajeros en el transporte público, y se saludan sin contacto físico.
Quienes desconfiamos crecientemente de la seriedad corporativa, sonreímos pícaramente frente a la pantalla, el parlante o la hoja. Aunque la alarmante situación promete acabar con todo(s).
Si la “realidad” llega a ser una exageración de los informantes, lamentaremos varias muertes. En caso contrario, queridos compatriotas, Camus sería un adelantado, pero nadie podría reconocérselo.